“Esta noche seré un hombre”. Llevo pensando en esto todo la mañana, y los nervios me comen por dentro. Voy a asistir a la fiesta del Toro de la Vega, por primera vez y además como lancero. Con 17 años seré el mas joven de la historia de esta fiesta. El resto de lanceros me han prometido que me dejarán a mí acabar con el animal.
Mi familia me ha estado animando toda esta semana, y resaltándome el gran honor que es para mí participar en una fiesta de interés turístico nacional, y además ser el principal protagonista. Mi padre me ha dado varios consejos sobre como lancear al toro. Mi hermana en cambio ha estando enfurruñada y esquiva estos ultimos dias. Es una de esas intransigentes antitaurinas, y cree que somos unos energúmenos por acabar con este animal. No entiende que es una fiesta nacional, cultura y tradición, y que sería una barbaridad acabar con ella, no con el toro.
Pero mi hermana es una milésima parte del movimiento que hay ahora mismo en España, llevo preocupado todo el día viendo las manifestaciones y protestas en contra de este festejo, y temo que se produzca algún altercado. Mi padre me ha tranquilizado diciendo que son unos pocos y ha seguido hablando de lo hipócritas y antidemócratas que son, y de que no respetan los gustos del resto de personas.
Casi no he podido comer de tan nervioso que me sentía y mientras me dirigía al punto de reunión me temblaban muchísimo las piernas. Me fijé en que cada cierto punto había un grupo de guardias civiles, seguramente colocados ahí para evitar altercados. Me sentí mucho más tranquilo. Cuando me subí al caballo ya estaba totalmente relajado. Comenzamos a seguir al toro y a acorralarlo, a puntearlo y agobiarlo. Nunca había asistido, y veía al toro sangrando, aterrado y acribillado, y me daba pena, pensaba que no se merecía eso y que no me gustaría estar en su lugar. Al cabo de un par de minutos, no recuerdo cuantos, uno de los jinetes me hizo la señal, y el resto le secundaron. Me puse delante, con el toro ya derrumbado. Dudé por un segundo, miré a mi padre sonriéndome y le asesté la lanzada final. Todos aplaudieron. Miré al animal, muerto y lleno de sangre, y no vi la gloria y nobleza con la que mis padres y abuelos han descrito esta fiesta. Vi a la muchedumbre gritando, felicitándome por haber acabado con el animal, felices por haber presenciado una tortura, y no vi la cultura de la que tanto he oído hablar.
A pesar de mis dudas, pinté una sonrisa en mi cara y saludé a todo el mundo, abracé a mis padres y volvimos a casa.
Ahora estoy acostado en mi cama, mirando al techo, imaginándome un precioso cielo estrellado, como siempre he hecho desde pequeño. He recordado todas las experiencias del día, todo lo que me ha pasado. He recordado al toro sufriendo, a la gente gritando y a mis padres sonriendo. He intentado por todos los medios sentirme orgulloso y satisfecho por lo que he hecho hoy, y por más que lo intento no lo consigo. Esta noche, no me siento un hombre.
Esto es una redacción que he hecho para clase, es un poco cutre pero me gusto y la quise poner, espero que os guste...
Little Monster
